lunes, 30 de noviembre de 2009

100% y 200% también son nombres de princesa

Te miraste al espejo y te viste diferente. De hecho, ni te acordabas de cuánto hacía que no mirabas los estragos del tiempo en tu cuerpo. Y enseguida recordaste el por qué: él te había enseñado que no eres hermosa.
¿Cómo sucedió? ¿Cómo acabó ese cuento de hadas y a quién coño se le olvidaron las perdices al final?
-¿Estás bien? –y se te hizo un nudo en la garganta.
Después de decirte aquello, ¿cómo se atrevía a preguntarte esa memez? Tú no solo habías puesto en peligro tu vida, también algo más importante, a ti misma. Y tú y solo tú tenías que convivir con esa traidora cada noche. Porque al apagarse la luz, era ella quien te hablaba. Y odiabas darle la razón.
Te sentiste avergonzada, humillada, una carga...Y te sentiste culpable, pero, ¿culpable de qué?
Como la marea borrando los mensajes de amor escritos en la arena, tus recuerdos se fueron tiñendo de odio y más odio. Además, ¿quién demonios le dio potestad a él para tomar decisiones? Si te hubiese escuchado desde el principio. Quizás si tu hubieses dicho lo que realmente sentías y no la pobre súplica que salía de tu boca.
Y el muy cabrón quería quedar bien. Esa pregunta fue tan fría, tan impropia de alguien que días antes te había abrazado, consolado, te había dado esperanzas con ese beso que tú creías que había significado lo mismo para los dos...
Ahora te das cuenta de que no fue así. En los ojos de ese amigo al que se lo contaste nada más sentirte apuñalada sí había preocupación, y en los de tus amigas, pero él sólo parecía guardar esa maldita compostura. Aliviar su conciencia o asegurarse un polvo futuro.
Se enfadó por tu insistencia. ¿Qué más podías hacer? Tú necesitabas respuestas, ¿cómo si no podrías volver a mirarte al espejo?
Pero la respuesta llegó sin palabras. Fueron tus ojos las que la aceptaron. Era otra.
Siempre era esa la respuesta.
Te equivocaste desde el principio. Él buscaba a alguien a quien salvar y tú te sentías a salvo entre sus brazos. ¿Hubo amor? ¿Eso existe? Y de ser así, ¿es tan pasajero, tan condicional, tan frágil como aparenta?
Te creíste especial, distinta a todas. Él fue quién hizo que te creyeras una princesa. Y sin él, ¿qué queda de ti?
Te diste cuenta de que solo nuestro ego y nuestra vanidad son los que nos hacen creer que somos únicos. Los únicos que nos dan identidad. Todos encajamos en algún estereotipo y el tuyo no te gustaba una mierda.
Te cansaste de llorar. Te cansaste de pensar en él. Las heridas cicatrizaron y el sol volvió a salir.
Siempre pensaste que las cosas eran negras o blancas. Junto a él, todo resplandecía como la nieve. Después, tan oscuro como el carbón. Y ahora vives en ese caprichoso matiz gris.
Los hombres viven hacia fuera. Las mujeres, hacia dentro.
Volar esta bien siempre y cuando el sol no derrita tus alas.
-¿Estás bien? –y se te hizo un nudo en la garganta.
-No, no estoy bien. ¿Cómo voy a estarlo si me has roto el corazón?

Ahora pensad las dos ¿y si cambiamos los géneros? ¿Existe dualidad?
A poco que hayáis leído entre líneas, seguro que habéis encontrado mi respuesta.
La pelota está en tu campo.

1 comentario:

  1. Por ahora sólo te diré a parte de que es un placer leer tu redacción pq es genial, hace pensar y a la vez no es cansina ni prepotente, por Dios nunca dejes de escribir!!!
    Pero el problema es que te encuentras con una chica que dejo de sentir esos sentimientos hace demasiado tiempo, deje de volar hace mucho... allá por el verano de los 16 años así que recojo el guante con mucho gusto pero necesito tiempo para mirarme en el espejo y comprobar si hay cicatrices o no pq realmente no lo sé

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