viernes, 15 de mayo de 2009

LOST

No tengo palabras. Quiero hablar, narrar mi experiencia vital de anoche, pero no puedo. Aún estoy conmocionado por lo vivido. Lost termina su quinta temporada y vuelve a dejarnos en ascuas hasta 2010. No es justo, no es sano. Y yo no puedo parar de pensar en aquél dramático final que no solo ha cambiado mi vida, también ha marcado un antes y un después en la historia de la televisión.
No pondré ningún spoiler, no es mi estilo, pero sí diré que todas mis teorías y cábalas han quedado desmanteladas. Ya sabemos, presumiblemente, el por qué de todas esas apariciones. Ya sabemos quién es el misterioso Jacob (o, al menos, ya podemos ponerle cara). Y ya sabemos parte de la historia de la titánica estatua egipcia de cuatro dedos que moraba en la isla. Y es que todo en Lost es así, relativo e incompleto. Nada está asegurado al cien por cien, nada es impepinable. Pero, poco a poco, van apareciendo las respuestas.
Esa es la magia de esta serie. Es por eso que pasará con letras doradas a la historia de las series de televisión. Porque Lost es imprevisible. Siempre lleno de sorpresas y giros inesperados. Y sorprender, por tonto y esencial que parezca, es lo más difícil del mundo. Ni siquiera los realitys tienen ese poder, ellos solo se alimentan por el morbo. Y ese combustible acabará por agotarse. O es que no te dejaría la boca abierta que, por ejemplo, en Supervivientes dijesen: “Álvaro Muñoz Escassi debe abandonar el concurso porque le ha matado el humo negro”. ¡Eso mola! Eso te hace engancharte y quedarte de piedra. Pero, lamentablemente, solo se va porque se torció el tobillo. ¿Qué mierda de giro dramático es ese? En fin, cosas de la realidad, supongo.
Pero volviendo a Lost, creo que dentro de esa entropía que muestra la serie existe un orden. Una estructura bien planificada enmascarada con elementos aleatorios e inconexos que nos llevan irremediablemente a creer que, como en la mayoría de lo ya visto, todo se va haciendo sobre la marcha. Nada más lejos de la realidad. Es evidente que la trama la tenían muy bien pensada desde el principio y tan solo han ido jugando con el orden de los elementos. Y eso no es solo inteligencia, es arte.
J.J Abrams, Damon Lindelof, Jeffrey Lieber y Carlton Cuse. No sé realmente por qué les nombro, pero necesitaba hacerlo. Son y serán referentes de lo que se debe hacer en el séptimo arte. Y es tan sencillo como hacernos soñar. Hacernos flipar, creer, estar pegados a la televisión como idiotas esperando solo el día en que continuará la historia que ellos han creado. Una historia buena, sólida y que engloba a un gran espectro de televidentes porque no es más de lo mismo. Son artistas. Son manipuladores excelentes. Porque eso es un escritor o un guionista. Son manipuladores que nos dictan cuando debemos estar felices, cuando tristes, cuando vamos a flipar de la emoción y cuando nos vamos a rayar y quedarnos con la boca abierta. Y todo eso lo hacen a través de un canal que es su tv-show.
Me llevaría todo el día hablando acerca de esta serie y no es buena idea. Hoy quería hacerlo porque es mi particular y personal manera de mostrar mi respeto y admiración por ella. Pero no quiero despedirme sin presagiar antes un par de cosas.
Primero, cuando en 2010 termine la sexta y última temporada, algo muy dentro de nosotros morirá junto a ella, porque se tardarán años en crear algo como Lost.
Segundo, un pequeño avance. La sexta temporada creo que será lo contrario a lo que hemos visto. ¿Qué significa esto? No lo sé. Pero es la impresión que me dio el final. Nada en Lost es casual y estoy seguro de que las letras negras sobre fondo blanco (justo al revés que como siempre) nos está dando una pista acerca del futuro de la historia. Y si no, tiempo al tiempo.
Desde aquí me emplazo hasta el 2010, cuando algo dentro de mí morirá y tendré que hablar sobre ello.

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