jueves, 23 de abril de 2009

La verdad está ahí dentro

Dios existe.
Y ese es un hecho que hoy día podemos afirmar con rotundidad. La única objeción es que no está ahí fuera observándonos y cuidando de nosotros como predicaban, si no dentro de la mente de cada hombre.
Hace unas semanas, una universidad norteamericana ha descubierto que aquellas personas que tienen sus lóbulos frontal y occipital más estimulados, son más propensas a ser fanáticos creyentes de algún tipo de religión. Son seres humanos cuyo vacío interior solo puede ser llenado con esa fe en algo intangible e invisible.
Al fin y al cabo, la religión es solo la explicación a la incomprensión. La respuesta al miedo que sentimos ante la ignorancia de qué hay detrás de la muerte.
La religión es ilusión y, en muchos casos, paranoia.
Así que, como muchos sospechaban, son las redes neuronales humanas las que están detrás de la espiritualidad del hombre. Solo creemos en aquello que sentimos, y ésto, a su vez, viene regido por el caprichoso deseo de nuestra mente. Esas personas religiosas que ponen sus vidas al servicio de un mito lo hacen porque, realmente, están sintiendo la presencia de ese dios en sus vidas. Y hoy día podemos saber que no están equivocados ni locos, solo son diferentes porque así lo ha querido el azar de la genética.

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